¡¡¡Una bestialidad!!!
Los partos de las adolescentes de Guadalajara y San Cristóbal
Lic. Luis Ma.
Ruiz Pou

La
adolescencia, es un período de transición, una etapa del ciclo de crecimiento
que marca el final de la niñez y anuncia la adultez.
Uno de los momentos más
importantes en la vida de una mujer adulta, es cuando la maternidad deseada
(consentida) llama a sus puertas. Conservar a un ser en su vientre, traerlo a
este mundo y acompañarlo en su crecimiento, puede considerarse como uno de los
momentos importantes en su vida.
Lo contrario, sería cuando
se trate de una adolescente, que aunque esté en capacidad reproductiva, no está
emocionalmente consciente de lo que es la maternidad (Preconcepción, embarazo,
parto, postparto y crianza).
Recientemente dos sucesos
impactaron a las sociedades mejicana y dominicana con la noticia de que
adolescentes quedaron embarazadas por violación sexual,.
El primero en Guadalajara
con una niña de 9 años violada por un
joven de 17, dio a luz a un bebé de casi tres kilos en el oeste de México, Estado
de Jalisco. Las autoridades de salud le darán seguimiento muy cercano al
desarrollo del bebé, debido a la corta edad de su madre.
El segundo: en San Cristóbal
con una niña de 11 años bautizada por los médicos con el nombre de “Lucecita”, dio a luz a un bebé de 4 libras en el hospital
Juan Pablo Pina, tras haber quedado embarazada fruto de una violación sexual
cometida por un miembro de su familia.
“Lucecita” se encuentra en
la unidad de cuidados intensivo, producto de un sangrado que la mantiene en
estado delicado. El director del hospital informo que dentro de su estado de
gravedad está estable.
El artículo 317 del Código
Penal Dominicano sanciona con penas de dos a cinco años a toda mujer que se
provoque un aborto, con o sin asistencia, en tanto que impone penas que oscilan
entre los cinco y veinte años al personal médico que interviene en su
realización.
Especialistas en diferentes
áreas, consideran
que al existir la prohibición legal sobre la interrupción del embarazo,
“Lucecita” “ha sido sometida a un trato cruel, degradante e inhumano,
colocándola en un hilo entre la vida y la muerte”.
Aún está fresca en la
memoria del pueblo, que producto de la
presión ejercida por varios sectores del catolicismo, evangelistas y políticos,
bajo la sombrilla de una “Cruzada de Reafirmación Cristiana” (misma que
promovió el derrocamiento de Bosch en 1963), se aprobó “El Pacto de las
corbatas Azules” como plataforma o antesala para la modificación de la
Constitución y colocar el artículo 37 para prohibir el aborto en todas sus formas,
al reconocer la existencia de la vida humana desde el momento de la concepción.
El primer caso después de
modificar la constitución que puso en alerta la “hipocresía” de esa
prohibición, fue el de la niña de 16 años, enferma de leucemia, violada
sexualmente y embarazada, a la que se le
llamaron “Esperanza”, puso en aprietos a los médicos, ya que en estos
casos los protocolos indican interrumpir el embarazo (aborto terapéutico)
porque la quimioterapia puede bajar las plaquetas y la hemoglobina a la
gestante y afectar el embrión. Finalmente “Esperanza” y su Bebe murieron..
Las motivaciones para la
aprobación esta Ley, fue el producto de la complicidad política, el barbarismo
teocrático del oscurantismo y la doble moral de quienes en todas partes la predican en “calzoncillos”.
¿Los promotores del artículo 37, financiarán
los gastos generales (manutención) de esos niños de madres adolescentes
producto de una violación sexual? ¿Buscarán psicólogos para asistir a las
menores violadas? ¿Qué harán ellos en los casos de embarazos de una relación incestuosa? ¿Cuál será la
solución que plantearán en los casos que el embarazo ponga en peligro la vida
de la madre? ¿Que se haría cuando la menor violada quede embarazada por uno con
SIDA o el feto presente malformaciones? ¡¡¡Nada!!!
Lamentablemente estas muertes
solamente se producen en adolescentes de bajo estratos sociales. Las de clase
media, siempre pagarán un médico que le resuelva el problema o se trasladan a
países donde el aborto es legal.
Qué pena, que es precisamente
a estos sectores desposeídos que el catolicismo, los evangelistas
y políticos se ufanan en representar y defender. Las muertes de estas adolescentes,
¡¡¡no tienen perdón de Dios!!!
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