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viernes, 18 de diciembre de 2009

Tránsfugas y arribistas



Por: Lic. Luis Ma. Ruiz Pou                                                  


Mark Twain decía premonitoriamente: "Vivimos en unos tiempos en que a uno le gustaría ahorcar a toda la raza humana y poner término a la farsa".

Tránsfuga es una denominación atribuida en la política a aquellos miembros de una organización, que no quieren cederle al paso a la nueva generación,  traicionan a sus compañeros de lista y/o de grupo, pactan con otras fuerzas para cambiar o mantenerse en el espectro político. Estos farsantes viven huyendo de  un partido a otro.

Arribista es una persona ambiciosa sin escrúpulos, que aspira a llegar a la cumbre del poder, de la fama o de la riqueza sin valorar si los medios utilizados sean estos  éticos o no. Es un advenedizo, oportunista, aprovechado, ambicioso, trepador, egoísta, materialista, intruso, foráneo.

Para el arribista -el fin justifica los medios- de ahí que actúan sin escrúpulos, con tal de satisfacer sus deseos de ascenso social. Son discípulos del “genio tenebroso” José Fouché. Ante la realidad que vive el país por los votos de las convenciones, traicionan a su partido. “Ni siquiera con Dios se comprometen a ser fieles para siempre”.

Los “tránsfugas y arribistas” viven en un mundo de olas gigantescas, de mar crispado, de corrientes submarinas que arrastran, que hunden y hacen zozobrar al que se le interponga en sus aspiraciones, porque la moral política fue convocada para existir como resistencia del clientelismo político; pero su convocatoria (ideología) carece de lo necesario para sustentar los principios que le dieron origen.

No se puede culpar a estos señores por sus actuaciones; ya que su accionar es el producto de  una conducta aprendida emanada de la corrupción, el personalismo y el centralismo,  que es la materia prima del clientelismo político.

Este es un país donde la política es privatizada. Se aplican las reglas propias del comercio, por lo que todo se vende y se compra.  Cuenta con un mercado bursátil que abre sus puertas cada cuatro años para realización de transacciones de la más provechosa para cualquier proyecto político.

Es importante señalarles a los “tránsfugas y arribistas”, que en la medida que la actividad política se perciba como un objeto para la venta, se desintegra el sentido superior de ésta. De ahí que esta actividad está profundamente cuestionada.

El transfuguismo constituye una desnaturalización del principio democrático y el fundamento de su rechazo se encuentra en la propia articulación del sistema democrático representativo. Es una patología política de nuestro sistema clientelista y corrupto de hacer política.

Si estos nuevos tiempos lo que manda es poner en práctica gerencia comercial en la política; entonces Fucuyama tuvo razón al plantear “el fin de la ideología”. Hoy, en nuestro país, ningunos de los partidos del sistema desarrollan sus actividades sobre la base de los principios que le dieron su origen. Carecen de cohesión ideológica y programática.

A los “tránsfugas y arribistas” que se contentan con lo logrado en la otra parcela porque estamos en oferta electoral, que más adelante se darán cuenta que es cierto de que “todo lo sólido se desvanece en el aire”.

Buscando lo que no encontrarán, van a perder el tiempo remeneando desesperadamente sus opciones, porque no se dan cuenta de que lo que estamos es en cambio de época que los obliga a repensar sus movimientos.

¡¡¡ Mucha atención a los “tránsfugas y arribistas” que el camino que transita es bastante peligroso!!!


 

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