
Por: Lic. Luis Ma. Ruiz Pou
Al parecer, con el secuestro del joven Eduardo Antonio Baldera Gómez, ocurrido el 18 de septiembre y a partir del 10 de octubre del presente año, nació un nuevo líder. Este acontecimiento mantuvo en ascuas a la nación por la forma en que los perpetradores realizaron su “hazaña”.
Generalmente, los secuestradores, previo al secuestro de su víctima, siguen sus movimientos cotidianos durante días anteriores al evento con la finalidad de conocer sus rutas de tránsito y horarios habituales, para lograr con mayor éxito su empresa delictiva.
Por lo regular, el momento que aprovechan los secuestradores para llevar a cabo el rapto de la víctima, es cuando ésta transita a bordo de su vehículo por algún lugar despoblado o de poca confluencia de personas; al momento de salir de su domicilio o al llegar al mismo.
Este secuestro fue diferente. No cabe duda de que fue planificado previamente, ya que de acuerdo al secuestrado, fue sacado de casa de su novia por tres hombres armados que se hicieron pasar por militares, bajo el alegato que el coronel de Nagua lo requería.
Desde entonces, comenzó una odisea para los familiares. Los secuestradores, que conocían las actividades comerciales del padre, les exigieron una suma millonaria por el rescate de su hijo mediante una llamada telefónica.
Inmediatamente se conoció lo sucedido, comenzaron las especulaciones por el intercambio de informaciones de la Policía y de los familiares. Mientras la uniformada decía que tenía pistas de los secuestradores, que era una banda organizada y que había un alto “jorocón” involucrado en el asunto, al que no identificó por su nombre, el padre del secuestrado negociaba con los raptores.
El joven Eduardo estuvo esposado y retenido en una choza del paraje Salsipié, Estero Balsa, Guayubín, Provincia de Monte Cristi. Sin embargo, se especula que los raptores soltaron a Baldera Gómez tras el pago de una suma millonaria que se acercaría a los 1.5 millones de pesos.
La sociedad, a través de los medios de comunicación, estuvo atenta, esperando informaciones que resultaran positivas para la víctima y sus familiares. Fueron 23 días de alta tensión. De repente, el pasado sábado 10 del presente mes, surge la información de que el rehén escapó de sus captores espectacularmente, como si se tratara del libreto de una película de James Bond.
El heroísmo de Eduardo fue tal, que al estilo Houdini, abrió las esposas; además rompió la cadena con la fuerza de Sansón para escapar lanzándose por una barranca.
Al conocerse la noticia de su escape, en su pueblo natal, Nagua, se lanzó en festejo, convocado por las organizaciones comunitarias. Allí le prepararon un gran recibimiento como si se tratara de un héroe nacional, realizando una caminata en acción de gracias que partió desde el parque central, culminado con una misa, donde estuvo presente el jefe de la uniformada, quien junto con el escapado, levantaron las manos en señal de victoria e inmediatamente iniciaron una caravana como si estuviera en campaña política en busca de una nominación.
Entonces, con la acción heroica de Eduardo al estilo Harry Houdini el escapista ¿Nació un nuevo líder?
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