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domingo, 29 de diciembre de 2013

La táctica empresarial de un líder chino

 Sábado, 28 de diciembre de 2013
Nunca olvidaré mi primer encuentro con el empresario chino Zhang Ruimin hace casi 10 años.
Zhang Ruimin
Allí, en la sala de juntas de su empresa Haier, había un martillo dentro de una caja de cristal: un objeto que no suele encontrarse en un entorno corporativo.
Pero Zhang no es un presidente ejecutivo común, como confirmé en otra reunión uno o dos meses atrás en la sede de la compañía en la ciudad portuaria de Qingdao
El martillo ahora se encuentra en un nuevo museo corporativo. Y aunque la historia ya se ha contado, continúa siendo una buena manera de entender la notable empresa que Zhang Ruimin ha creado durante los últimos 28 años.
La planta de refrigeradores Qingdao estaba a punto de quebrar cuando Zhang fue designado como su gerente a finales de 1984.
La producción en ese momento se encontraba en niveles muy bajos y no había dinero para pagarle al personal. Zhang pidió prestado a una cooperativa de trabajadores y se dedicó a evaluar lo que se podía hacer para mejorar el desastroso estado de la empresa a la que sus empleadores estatales lo habían enviado.
Los primeros avisos (que ahora se exhiben en el museo de la empresa) prohibían orinar y defecar en la fábrica.
Muy pronto Zhang debió enfrentar las quejas de los compradores de neveras. En respuesta, reunió a los trabajadores en un patio fuera de la planta y, delante de ellos, fueron destruidos 76 refrigeradores de baja calidad. Ruimin se obsesionó con mejorar la calidad de la mercancía producida por la empresa.

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