Lic. Luis Ma. Ruiz Pou-pelandoelplatano@mail.com
Escribió Héctor Massat: “No hay nada peor para la credibilidad de un ser humano el no cumplir con la palabra empeñada. Las complicaciones comienzan cuando no se cumple lo pactado”.
Entendemos como “empeñar” a la entrega de una prenda como garantía de cumplimiento (pago) de un préstamo contratado con una casa de empeño (Compraventa).
En la pasada XXVII Convención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) celebrada el 27 de septiembre del pasado año, el ingeniero Miguel Vargas Maldonado, fue proclamado como presidente de esa organización.
El MVP es un empresario exitoso que aplica gerencia administrativa a sus empresas, en el discurso de agradecimiento por su proclamación, prometió hacer del PRD una organización moderna acorde a los nuevos tiempos de la actividad política, al anunciar la creación de un Proyecto de Nación para un modelo de desarrollo económico sostenible, generador de bienestar y prosperidad para el pueblo.
Entusiasmado su proclamación como presidente de su partido dijo: “Hoy se inicia un nuevo capítulo en esta organización, y yo seré un instrumento de ese cambio”, comprometiendo su palabra en el sentido “que jamás a los dirigentes del partido, se les despojará de sus candidaturas” en las elecciones congresuales y municipales y que no habrá acuerdos de aposentos y “quien gano ganó”.
Sin embargo, estas promesas se quedaron truncas a la luz de los resultados de la convención para completar la matrícula ejecutiva de la dirección del partido: Secretaria General y de Organización.
Se recuerda que los aspirantes a esas plazas: Guido Gómez Mazara y Antonio Peña Guaba (Tony), disgustados por la manipulación de los resultados de las actas, impugnaron por ante el organismo competente de su organización, calificándola de fraudulenta y al no progresar sus alegaros, elevaron una instancia por ante el organismo rector de los movimientos y partidos políticos, que lo es, la Junta Central Electoral (JCE), organismo que al día de hoy no se ha pronunciado al respeto.
Otro elemento de discordia fue la decisión de Miguel Vargas, que en su condición de presidente del partido y basado en los poderes otorgados en la XXVII convención, se reservó un gran porcentaje de las candidaturas congresionales y municipales para fines de negociación con otras entidades políticas opositoras.
Esa de prerrogativa, desató los demonios a nivel nacional. El principal en reaccionar lo fue el ex presidente de la república, Hipólito Mejía, quien a través de varios dirigentes elevó una instancia ante la JCE para oponerse a la reservas, porque la misma es violatoria de los Estatutos del partido; así las cosas, el dirigente de Elías Piña, Plinio Doleo, hizo lo mismo, pero por ante un tribunal civil de Primera Instancia por esa jurisdicción. Plinio Obtuvo ganancia de causa.
No hay nada peor para la credibilidad de un ser humano el no cumplir con la palabra empeñada. Las complicaciones comienzan cuando no se cumple lo pactado.
El presidente PRD por vía de su vocero en la cámara de diputados, le ha estado reclamando al doctor Leonel Fernández en su doble condición de Presidente de la República y del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que cumpla con la “palabra empeñada” en el pacto de aposentos que ambos presidentes firmaron a espalda a la dirigencia de sus organizaciones y sus militancias.
Se dice que “El mejor documento es la palabra”; si has comprometido tú palabra, no hay necesidad de firmar nada, porque está en juego tú honor y el honor va de la mano con la ética. Hasta ahora, ninguno de los compromisos han sido horrados por ambos presidentes: “La Ley de Partidos” y “Quien ganó ganó”.
Estos señores, independientemente de los casos, al “empeñar sus palabras”, les crearon falsas expectativas a los posibles beneficiarios, que consideran que lo cogieron de tontos, por eso, vemos las reacciones contra quienes no han cumplido con sus promesas.
Tenemos que recordarle a los que estamos en el accionar de la política, que en todos los “actos de nuestras vidas, debemos ser éticos, que es lo recto, o sea hacer lo que corresponde y está plasmado en un conjunto de normas morales que rigen la conducta humana”; porque si has perdido tu credibilidad, ha sido solo por “méritos propios “. De la palabra empeñada a la palabra perdida, no hay distancia.
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