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martes, 23 de junio de 2009

Gardel vuelve cada año

Por Tomás E. Montás
tomasmontas@hotmail.com

Siempre hay tiempo para recordar a Carlos Gardel y como “Gardelista”, de los tantos que hay en el país, en los últimos años me he empeñado en plasmarlo en cualquier medio que le de cabida a este escrito, que hago siempre en el interés de que no muera el tango y que no se diluya a los años el fervor de escucharlo en su voz, así como que se rememore su figura en otro aniversario de su todavía hoy sentida desaparición física, un día como este miércoles 24 de junio.
Al cumplirse el 74 aniversario del accidente de aviación que malogró su vida en Medellín, Colombia, en el año de 1935, Carlos Gardel sigue viviente entre la realidad y el mito.
Viviente, como una esperanza, una ilusión, un deseo, una promesa de amor y como un latir del corazón en cada humano que todavía lo escucha, Gardel es una pasión para el que siente su partida y lo recuerda como la voz que se quedó en el tiempo.
Su muerte fue luto de millones en el mundo, pero todavía hoy el que lo oye cantar se da cuenta que Carlos Gardel derriba un tiempo para iniciar otro.
Porque el tango en su voz es un mensaje misterioso que, aún siendo su muerte noticia vieja, es siempre actualidad.
No son pocos los dominicanos que amamos el tango, pero en la voz de Carlos Gardel, porque fue y es lo más alto del tango, género musical de exquisitos compases y sentimientos profundos que identifica a los argentinos como a todo quien lo disfruta.
Su voz cálida, continuada, rítmica, le imprimió gracia y emoción a sus versos dolientes, llegando al alma popular y, por eso, su trayectoria fue triunfal y se repartió por todos los mundos, convirtiéndose en derroche de iluminación artística.
Gardel transmitía con su interpretación la emoción de la melancolía, la nostalgia y la desesperanza perdida, por ejemplo, de un amante sin fortuna.
“...Yo la quise, muchachos, y la quiero, y jamás ya la podré olvidar; yo me emborracho por ella, y ella, quién sabe qué hará...”.
Son versos dolientes que en interpretación de Gardel eran la expresión de una mayor y recóndita pena.
Casi ninguna generación ha dejado de sentir afición por el tango, más por un romántico como Carlos Gardel, que a los 74 años de su muerte, al escucharse su voz en la radio, hace vibrar a toda una humanidad.
En cada aniversario de su partida al mundo del silencio, quien ama el tango, lo recuerda con pasión, tal vez por una razón sentimental que unía Gardel a vivencias amorosas o situaciones de vida, reflejada en si mismo en cada cual que lo escucha.
“Tomo y obligo”, fue la última canción que grabó -en vísperas de su muerte terrible, recordamos, el 24 de junio de 1935- en los estudios de la empresa discográfica “RCA Víctor”, en Bogotá, Colombia.
El mundo escucha sus canciones en todo tiempo -muchas reproducidas en distintos idiomas- como “El día que me quieras”, “Cuesta abajo”, “Mano a mano”, “Tomo y obligo”, “Silencio”, “Volver”, “Caminito”, “Volvió una noche”, y otros tangos que se hacen escuchar en la radio como homenaje póstumo al “Zorzal Criollo” en cada aniversario, extendiéndose su inmortalidad.
Lo que ha sido de entonces, cual una máxima establecida a través del tango, de que “20 años no es nada” es todavía motivo de reflexión y que sirve de parangón a situaciones de la vida diaria.
También, es momento para el recuerdo en los amantes del hipismo su canción en extremo sentida por su amor por los caballos, dedicada a Leguisamo, su jinete favorito, al que dedicó y cantó el tango “Por una cabeza”, inspirada en su destreza para ganar un caballo hasta por el resuello.
Harán 119 años del nacimiento de Gardel, quien vino a la vida el 11 de diciembre de 1890 en Toulouse, Francia, y su nombre al nacer fue Charles Romuald Gardes. Sus restos reposan en el campo santo de La Chacarita, en Buenos Aires, Argentina. Su sepelio fue acompañado por una muchedumbre que cantaba “Silencio”, la queja más sublime de sus más famosas canciones, muchas de ellas un himno a la amargura.
Pero los devotos de Gardel no lo consideran muerto todavía y lo recuerdan como una leyenda en vida, con la expresión perenne de que cada día canta mejor.
Tal en este aniversario, como en cada uno por venir, de seguro se seguirá escuchando, al menos, una de sus canciones y los Gardelistas, nuevamente, tendrán motivo para alimentar con deleite su afición por el tango como aficionados de “la voz que se quedó en el tiempo” hace más de siete décadas...
Entre los que estamos concientes de su desaparición, el cantor de tangos está como si fuera un ser viviente en cada humano que lo oye cantar y siempre uno se da cuenta, de año en año, que Carlos Gardel derriba un tiempo para iniciar otro, pues el tango en su voz melodiosa es un mensaje misterioso que aún siendo su muerte noticia vieja, es siempre una actualidad que resalta su recuerdo de una vida alegre y melancólica.

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