Por: Gedeón Santos
Recientemente, el ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, inició un proceso de reformas internas para relanzar la organización internacional en el nuevo escenario mundial. Las reformas ponen énfasis en una administración más eficiente y en una mayor canalización de recursos para el desarrollo. Pero, ¿Cuáles son los verdaderos problemas que confronta la ONU? ¿Cuál debe ser su papel en el nuevo escenario mundial?
Cuando nació en 1945, la ONU se proyectaba como la institución ideal para preservar la paz entre las naciones, fomentar la cooperación y ocuparse de los problemas económicos y sociales; pero el mismo proceso que la creó, generó también un orden mundial dominado por dos superpotencias que se disputaban la supremacía del Mundo.
La ONU no pudo escapar de esa realidad y se convirtió en uno de los escenarios donde se libraba la “guerra fría”. Atrapada entre dos súper poderes, dependiente económicamente, sin capacidad coercitiva y sin poder real para la acción, la ONU se fue convirtiendo en un simple fórum de debates de los problemas internacionales y en un instrumento para justificar las ejecutorias de determinadas potencias mundiales. Además, se convirtió en un “elefante administrativo” que le costaba a los países miembros 2 mil 600 millones de dólares al año, con una burocracia de 53 mil 300 empleados en todo el mundo.
Pero, el hecho de que los países del Tercer mundo constituyen la mayoría de la Asamblea General, sus insistentes demandas de apertura democracia y participación en los organismos de decisión y la petición de muchos países de que se eliminara el “derecho al veto”, desalentó la participación de las potencias, por lo que crearon organismos privados alternativos como la “Trilateral” y el “G-7” y “descuidaron” el pago de sus cuotas a la Organización generándole una crisis financiera y una incapacidad operativa.
Todo el problema consiste en que las potencias sienten terror ante la posibilidad de ser dirigidas por una Asamblea General dominada por pequeños países pobres sin ningún peso en el escenario mundial.
Otro problema que enfrentan a la ONU, es que la mayoría de las potencias no quieres asumir un compromiso con la ONU en financiamiento, apoyo logístico y respaldo moral, por lo que refuerzan el poder de Estados Unidos en el Organismo, pues quiérase o no, este país lleva la mayor carga económica y logística de la Institución.
Pero esto le resta autoridad al organismo, ya que en muchas de sus acciones, la ONU parece una simple extensión del Departamento del Estado
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norteamericano.
Hoy, el proceso de globalización y el fin de la guerra fría han desplazado los conflictos mundiales de Este-Oeste a Norte-Sur, de político–militar a económico-social, y se han generado nuevos problemas, nuevos actores y una nueva correlación de fuerzas, por lo que la Organización Mundial ha visto crecer sus dificultades.
Así, encontramos un nuevo orden mundial dominado por problemas económicos, con una ONU sin dinero, carente de poder para incrementar males tan acuciantes como el financiamiento al desarrollo, la protección del medio ambiente global, la pacificación de zonas en conflictos y la promoción de la democracia. Pero también su organismo de ejecución importante, el Consejo de Seguridad, responde a la correlación de fuerzas que vive el mundo de hoy pues países tan poderosos económicamente como Japón y Alemania no son miembros, ni tampoco hay una representación del Tercer Mundo.
También, han surgido en el escenario mundial instituciones como las empresas multinacionales y las organizaciones no gubernamentales, las cuales son tan influyentes en el mundo de hoy como las naciones, por lo que habrá que buscarle un lugar en el organismo mundial.
A sesenta y ocho años después de su nacimiento, la ONU adolece de los mismos males que padecía cuando fue fundada: problemas económicos, socavación de su autoridad, imposibilidad de hacer cumplir las leyes internacionales, injerencia de las potencias mundiales, falta de democracia en sus organismos de decisión y una burocracia numerosa que dificulta su operatividad.
Pero, aún con sus problemas, creemos que la ONU es una institución absolutamente necesaria, pues sigue siendo el fórum más importante para debatir los problemas mundiales y para promover el desarrollo y la paz.
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